
Pero sus planes iban más allá. Sabía cuáles eran los de los nazis para los judíos. Irena sacaba niños escondidos en el fondo de su caja de herramientas y llevaba un saco de arpillera en la parte de atrás de su camioneta, para niños de mayor tamaño. También llevaba en la parte de atrás un perro al que entrenó para ladrar a los soldados nazis cuando salía y entraba al Gueto. Por supuesto, los soldados no querían tener nada que ver con el perro y los ladridos ocultaban los ruidos de los niños.
Mientras estuvo haciendo esto, consiguió sacar de allí y salvar a 2500 niños. Cuando los nazis la cogieron, le rompieron ambas piernas, los brazos y la pegaron brutalmente.
Irena mantenía un registro de los nombres de todos los niños que sacó y lo guardaba en un tarro de cristal enterrado bajo un árbol en su jardín. Después de la guerra, intentó localizar a los padres que pudieran haber sobrevivido y reunir a la familia. La mayoría habían sido llevados a la cámara de gas. Aquellos niños a los que ayudó, encontraron casas de acogida o fueron adoptados.
En el año 2007 Irena fue propuesta para recibir el Premio Nobel de la Paz. Pero no fue seleccionada.
Algunos de los que han recibido este premio son, por ejemplo: Los cuáqueros norteamericanos y británicos, Henry A. Kissinger, Lech Walesa, Jimmy Carter, Al Gore, Barack Obama, el disidente chino, Liu Xiaobo, entre otros… Sin comentarios.
Han pasado más de 60 años desde que terminó la Segunda Guerra Mundial en Europa. Este texto se ha escrito de manera conmemorativa, en memoria de los 6 millones de judíos, 20 millones de rusos, 10 millones de cristianos y 1900 sacerdotes católicos que fueron asesinados, masacrados, violados, matados de hambre y humillados. Ahora, más que nunca, con algunos proclamando que el Holocausto es un mito, es imperativo asegurarse de que el mundo nunca olvide.
Por existir, gracias Irena…
Anónimo
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