viernes, 15 de abril de 2016

Son gracias, agallas y un regalo


¿Saben una cosa? Hoy me voy a la cama muy nostálgico. Llevo toda la tarde y parte de la noche con mi trabajo fin de estudios: escuchando, transcribiendo, enviando correos, leyendo, entre otros quehaceres del susodicho. Después de unas seis horas, el delirio de las letras me llevó a recordar viejas experiencias con mis compañeros y compañeras. Vi fotografías y vídeos de cada uno de estos ya más de cuatro años desde que comenzamos. Hoy, con alguna que otra lágrima en los ojos, y pasada la una y cuarto de la madrugada, quiero deciros: GRACIAS. Gracias por compartir cada uno de los momentos en los que habéis estado conmigo: en clase, en el teatro, en la calle, donde bien nos encontrásemos. Gracias por hacerme sonreír, por hacerme disfrutar, por conseguir que me desinhibiera no solo encima de un escenario… gracias por jugar al teatro conmigo.

Reflexiono y pienso en la oscuridad, ¿por qué he de aguantar que me digan: “Tú no estás capacitado para llevar a cabo este estudio”, “Tu entrevista es una barbaridad”, “Tú lo que quieres es que nosotros te hagamos el trabajo”, “Creo que este tema se te va de las manos, te pierdes”? No señoras y caballeros, no sé cuál será su verdad, pero lo que sí sé es que tengo las agallas para estudiar sobre la calidad del centro educativo que me ha dado todo lo anterior. Yo sí quiero mejorar. Quiero y añoro todo lo que el Palacio de las Quemadas me ha transmitido y ayudado, tal y como ha quedado escrito. Por tanto, deseo que al igual que le ha pasado a mi promoción y a mí, futuras promociones puedan ser felices, con más calidad, en Blanco Belmonte. No quiero hacer sangre, que les quede claro de una vez. Solo quiero hacer un regalo a la Escuela por todo lo que ésta me ha dado a mí.

Gracias promoción, gracias compañeras y compañeros. 

Domingo Campos Migueles 

lunes, 23 de noviembre de 2015

Correr sin ningún motivo



Hoy, sin más, querría ser y hacer como Forrest: salir sin ningún motivo a correr un poco. Hasta que uno se cansara. Hacerlo porque sí, sin dar explicación alguna. Y al final, y tal como dice la mamá de Forrest Gump, dejaré atrás el pasado para poder seguir adelante. 
Mi sueño es la cámara y poder contar historias tan preciosas como la de Gump. Y puesto que debo seguir formándome, lo haré. Si Madrid puede ser la única opción, mi camino ya debe de estar claro.

Domingo Campos Migueles   



viernes, 28 de febrero de 2014

El teatro y su tierra


Aflora un sentimiento por doquier: el amor. El amor por el teatro y el amor por mi tierra. 
Anoche tuve el placer de pisar el Teatro Principal de Andújar ante casi 500 personas. Dimos a conocer la interpretación de máscaras rodeados de una organización a la que le estoy muy agradecido por el trato dado a todos los artistas y al fin de la gala en sí; y junto a unos compañeros que con los que subirse a un escenario es merecedor y digno de repetir.
Por otro lado, es hoy, el 28 de febrero cuando los andaluces celebramos lo que, afortunadamente, disfrutamos a lo largo de todo el año. Sus paisajes y ciudades; su gastronomía y su acento andaluz; su arte y sus gentes.
Porque Andalucía es amor, porque para mí, desde Huelva hasta Almería, pasando por Sevilla con su Triana, Cádiz con sus Carnavales, Córdoba con su Judería, Málaga con su Serranía, Jaén con su aceite y Granada, ¡ay, Granada...!, tú y tu Albayzín, tu Alhambra y tú, formáis para mí el amor que siento por mi tierra.
Por ello, hacer teatro a lo largo y ancho de mi tierra es un orgullo.
Que le quede muy clara una cosa al respetado: Andalucía es cultura, Andalucía es pasión.

Domingo Campos Migueles

lunes, 17 de febrero de 2014

La esgrima


Durante los tres cursos que llevo en la Escuela Superior de Arte Dramático de Córdoba, no he parado de escuchar, tanto por parte del alumnado como por ciertas personas del profesorado, que las asignaturas de cuerpo y la esgrima en particular, tienen un nivel demasiado alto.

Pues yo qué quieren que les diga: ¡a mí me da la vida! Cuando por la mañana te sientes como si no valieras absolutamente nada dentro del mundo de las artes escénicas, es decir, una auténtica hez; llega la tarde y te demuestra el cuerpo, esta asignatura y este profesor con su saber estar y su empatía, que hay una materia, algo, por vituperado que esté por ciertos sectores, donde destacas, donde tienes la confianza del profesor y donde te sientes lleno de amor por una disciplina.
Quizá, cuando se critica que se dé de todo un poquito para que conozcas, y no se centren los esfuerzos en la interpretación textual en sí, se están olvidando de que con ese poquito, con esa chispa... algunos hacemos fuego.

Domingo Campos Migueles

viernes, 27 de diciembre de 2013

Meter al diablo en el infierno


"La joven, que nunca había puesto en su infierno a ningún diablo, la primera vez sintió un poco de dolor, por lo que le dijo a Rústico:
    - Por cierto, padre mío, este diablo debe ser mala cosa, y realmente enemigo de Dios, porque no sólo a los demás, sino incluso en el infierno, hace daño cuando se le mete dentro.
Dijo Rústico:
    - Hija, no siempre sucederá así.
Y para lograr que esto no sucediese, antes de levantarse del lecho le metieron allí unas seis veces, tanto que por esa vez le quitaron de tal modo la soberbia de la cabeza, que él por fin se estuvo en paz.
Pero como luego, en lo sucesivo, le volvió más veces, y la joven, siempre obediente, se dispuso a quitársela, sucedió que el juego comenzó a gustarle y comenzó a decirle a Rústico:
    - Bien veo que tenían razón aquellos buenos hombres en Gafsa, que servir a Dios era una cosa tan dulce; y por cierto, no recuerdo haber hecho nunca nada que me diese tanto deleite y placer como meter al diablo en el infierno; y por ello considero que todo el que se ocupe de otra cosa que no sea servir a Dios, es una bestia."

Giovanni Boccaccio

viernes, 22 de noviembre de 2013

El embrujo de Tenorio como espectador




En mi vida había visto semejante niebla en la ciudad califal. Parece que la noche del veintidós congela, definitivamente, las pocas ramas que del cerezo sobrevivían.

Domingo Campos Migueles

domingo, 15 de septiembre de 2013

La Traviata

El telón bajado, todos los artistas entre bambalinas, los músicos afinando sus instrumentos, cada uno deseándole a su semejante "mucha mierda". Y es cuando esa tela roja que tan linda se ve desde fuera, pero aun más desde dentro, decide izarse a lo más alto del Gran Teatro de Córdoba. 
El corazón se acelera, las notas cobran vida en manos de esos artistas, a los cuales los hacemos llamar, músicos. Es nuestra señal, es hora de salir a escena. Piso las tablas del escenario ante más de ochocientas personas.
Cada pieza suena mejor, cada voz se proyecta con más intensidad, cada gesto tiene más delicadeza el día de la función. 
Ver lágrimas en los ojos de los compañeros del coro por la interpretación que contemplábamos de Violeta, no hacía sino que se me erizase más la piel si cabía. 
He tenido la gran suerte de trabajar con todos ustedes, desde el coro, las y los solistas, regidora, utilera, sastras, técnicos, personal del teatro, músicos, coreógrafo, directora, y sobre todo, con ustedes dos, mis dos compañeros de figuración y dobles de luces, el señor Blanes y el señor Chumillas. A todos y cada uno de ustedes, por esta linda oportunidad que me han brindado, un servidor les estará eternamente agradecido.
Fue ese patio de butacas, platea, palcos, anfiteatro y paraíso en pie aplaudiéndonos, lo que me ha hecho sentir de una manera muy especial.
Lo hice. Debuté en el espacio escénico más lindo de mi tierra.

Domingo Campos Migueles