viernes, 27 de diciembre de 2013

Meter al diablo en el infierno


"La joven, que nunca había puesto en su infierno a ningún diablo, la primera vez sintió un poco de dolor, por lo que le dijo a Rústico:
    - Por cierto, padre mío, este diablo debe ser mala cosa, y realmente enemigo de Dios, porque no sólo a los demás, sino incluso en el infierno, hace daño cuando se le mete dentro.
Dijo Rústico:
    - Hija, no siempre sucederá así.
Y para lograr que esto no sucediese, antes de levantarse del lecho le metieron allí unas seis veces, tanto que por esa vez le quitaron de tal modo la soberbia de la cabeza, que él por fin se estuvo en paz.
Pero como luego, en lo sucesivo, le volvió más veces, y la joven, siempre obediente, se dispuso a quitársela, sucedió que el juego comenzó a gustarle y comenzó a decirle a Rústico:
    - Bien veo que tenían razón aquellos buenos hombres en Gafsa, que servir a Dios era una cosa tan dulce; y por cierto, no recuerdo haber hecho nunca nada que me diese tanto deleite y placer como meter al diablo en el infierno; y por ello considero que todo el que se ocupe de otra cosa que no sea servir a Dios, es una bestia."

Giovanni Boccaccio